PINCELADAS ÉTICAS
Javier Gómez Torres
En el transcurso de nuestra vida diaria nos topamos con una gran cantidad de personas, de ideas e información: gente en las calles, nuestros amigos y los parientes, las imágenes que vemos en la tele o las revistas, las noticias en los periódicos… Así, por todas partes, vemos productos para comprar, deportes, noticias de luchas entre grupos armados, accidentes, películas, caricaturas, peleas, discusiones, música, dibujos en las paredes... Estamos tan acostumbrados, que ya difícilmente nos sorprenden.
Ocurre, entonces, que al estar tan acostumbrados a estas cosas, no le vemos mucho sentido preguntarnos si todo esto puede ser de otra manera; vaya, son tan parte de nuestra rutina diaria, que simplemente consideramos que “así es la vida”.
Hay quienes, sin embargo, piensan que la vida no necesariamente tiene que ser como nos dicen que sea. Deseosos de encontrar alternativas para hacer sus vidas, hay personas que se dedican a entender las razones por las que hacemos las cosas que hacemos; su ideal es poder encontrar alternativas para llevar un mejor rumbo de nuestras vidas. A esa forma de ser y de pensar, es lo que en términos muy generales podemos llamarle filosofía.
Ahora bien, un primer problema con la filosofía es la idea que tenemos de que es algo aburrido y complicado, de gente que vivió hace mucho tiempo y en lugares lejanos. Esta idea es la más común que se tiene sobre la filosofía y, prácticamente, a cualquiera que le preguntemos nos dirá eso mismo de ella.
Sin embargo, esta idea no podía estar más equivocada. Precisamente, como hemos dicho, aquellos que gustan de la filosofía son aquellos que se han atrevido a cuestionar lo que les han dicho del mundo y, así, encontrar su propio estilo de vida. Es aquí donde inicia la verdadera experiencia del que gusta de filosofar.
Una de las tantas cosas que los pensadores buscan responder es ¿por qué las personas no pueden vivir sin estarse insultando, robando o peleando? Para ello, estudian las diferencias entre las personas, las motivaciones de sus actos, así como posibles criterios para solucionar estas dificultades. A esta labor en especial, es lo que en filosofía llamamos Ética.
Como podemos empezar a imaginarnos, la Ética orienta sus investigaciones en una característica muy particular de las personas: sus costumbres. Estas costumbres tienen dos dimensiones muy particulares: la de las personas en su vida privada e individual, y aquella que tiene que ver en su relación con las demás personas y su entorno. A la primera le podemos llamar moral personal o carácter de la persona, y a la segunda la podemos llamar moralidad o costumbres del grupo. Así, preguntas como: ¿quién soy? ¿por qué me gustan sólo ciertas cosas y no otras? ¿por qué reacciono con miedo ante ciertas situaciones? ¿por qué me enojo tan fácilmente? ¿por qué no hago las cosas igual que los demás? ¿existe un destino para mi vida? ¿por qué muchas veces no sé qué hacer con mi vida? ¿por qué los demás no me comprenden?.. son preguntas acerca del carácter o moral personal, mientras que preguntas como: ¿me puedo quedar con el dinero de alguien más? ¿cómo debo comportarme en una reunión? ¿cómo me relaciono con mis padres? ¿por qué debo respetar las leyes de tránsito? ¿sirve de algo ir a votar en las elecciones? ¿debo ser honesto en mi trabajo? ¿cómo debo tratar a mi pareja? ¿cómo le hablo a mis amigos? ¿cómo debo tratar a las mujeres? ¿se vale que tenga mis propios gustos musicales y de vestimenta? ¿cómo debo comportarme en un restaurante? ¿debo ceder el paso cuando voy manejando?.. son preguntas más relativas a la moralidad del grupo en que me desenvuelva.
Todas estas preguntas están, de hecho, muy relacionadas entre sí. Tenemos en nuestra vida personal cuando nos lavamos los dientes, o en la manera en que caminamos; pero también tenemos costumbres sobre lo que pensamos de nosotros mismos y de las demás personas, sobre cómo reaccionamos ante el miedo, en lo rápido o lento en que nos enojamos, o qué tan bien podemos relacionarnos con alguien que no piensa igual a nosotros. Estas costumbres, esta forma de ser, se combina en una grande y compleja red cuando convivimos con otras personas: en comunidad. Así, podemos decir en términos generales, que al estudio completo de todas estas costumbres, la forma en que afectan nuestras vidas, y las posibles soluciones de ellas, es lo que podemos llamar Ética.
A esto es a lo que muchos pensadores han dedicado su vida, encontrando pequeños chispazos que intenten resolver la gran cantidad de problemas que afectan nuestras vidas; aprender sobre ellos y, sobre todo, aprender de ellos, es lo que puede hacer la diferencia en nuestra lucha por estar en paz y, vale decirlo, ser cada vez un poco más felices.
Ocurre, entonces, que al estar tan acostumbrados a estas cosas, no le vemos mucho sentido preguntarnos si todo esto puede ser de otra manera; vaya, son tan parte de nuestra rutina diaria, que simplemente consideramos que “así es la vida”.
Hay quienes, sin embargo, piensan que la vida no necesariamente tiene que ser como nos dicen que sea. Deseosos de encontrar alternativas para hacer sus vidas, hay personas que se dedican a entender las razones por las que hacemos las cosas que hacemos; su ideal es poder encontrar alternativas para llevar un mejor rumbo de nuestras vidas. A esa forma de ser y de pensar, es lo que en términos muy generales podemos llamarle filosofía.
Ahora bien, un primer problema con la filosofía es la idea que tenemos de que es algo aburrido y complicado, de gente que vivió hace mucho tiempo y en lugares lejanos. Esta idea es la más común que se tiene sobre la filosofía y, prácticamente, a cualquiera que le preguntemos nos dirá eso mismo de ella.
Sin embargo, esta idea no podía estar más equivocada. Precisamente, como hemos dicho, aquellos que gustan de la filosofía son aquellos que se han atrevido a cuestionar lo que les han dicho del mundo y, así, encontrar su propio estilo de vida. Es aquí donde inicia la verdadera experiencia del que gusta de filosofar.
Una de las tantas cosas que los pensadores buscan responder es ¿por qué las personas no pueden vivir sin estarse insultando, robando o peleando? Para ello, estudian las diferencias entre las personas, las motivaciones de sus actos, así como posibles criterios para solucionar estas dificultades. A esta labor en especial, es lo que en filosofía llamamos Ética.
Como podemos empezar a imaginarnos, la Ética orienta sus investigaciones en una característica muy particular de las personas: sus costumbres. Estas costumbres tienen dos dimensiones muy particulares: la de las personas en su vida privada e individual, y aquella que tiene que ver en su relación con las demás personas y su entorno. A la primera le podemos llamar moral personal o carácter de la persona, y a la segunda la podemos llamar moralidad o costumbres del grupo. Así, preguntas como: ¿quién soy? ¿por qué me gustan sólo ciertas cosas y no otras? ¿por qué reacciono con miedo ante ciertas situaciones? ¿por qué me enojo tan fácilmente? ¿por qué no hago las cosas igual que los demás? ¿existe un destino para mi vida? ¿por qué muchas veces no sé qué hacer con mi vida? ¿por qué los demás no me comprenden?.. son preguntas acerca del carácter o moral personal, mientras que preguntas como: ¿me puedo quedar con el dinero de alguien más? ¿cómo debo comportarme en una reunión? ¿cómo me relaciono con mis padres? ¿por qué debo respetar las leyes de tránsito? ¿sirve de algo ir a votar en las elecciones? ¿debo ser honesto en mi trabajo? ¿cómo debo tratar a mi pareja? ¿cómo le hablo a mis amigos? ¿cómo debo tratar a las mujeres? ¿se vale que tenga mis propios gustos musicales y de vestimenta? ¿cómo debo comportarme en un restaurante? ¿debo ceder el paso cuando voy manejando?.. son preguntas más relativas a la moralidad del grupo en que me desenvuelva.
Todas estas preguntas están, de hecho, muy relacionadas entre sí. Tenemos en nuestra vida personal cuando nos lavamos los dientes, o en la manera en que caminamos; pero también tenemos costumbres sobre lo que pensamos de nosotros mismos y de las demás personas, sobre cómo reaccionamos ante el miedo, en lo rápido o lento en que nos enojamos, o qué tan bien podemos relacionarnos con alguien que no piensa igual a nosotros. Estas costumbres, esta forma de ser, se combina en una grande y compleja red cuando convivimos con otras personas: en comunidad. Así, podemos decir en términos generales, que al estudio completo de todas estas costumbres, la forma en que afectan nuestras vidas, y las posibles soluciones de ellas, es lo que podemos llamar Ética.
A esto es a lo que muchos pensadores han dedicado su vida, encontrando pequeños chispazos que intenten resolver la gran cantidad de problemas que afectan nuestras vidas; aprender sobre ellos y, sobre todo, aprender de ellos, es lo que puede hacer la diferencia en nuestra lucha por estar en paz y, vale decirlo, ser cada vez un poco más felices.
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